El marketing deportivo es uno de los pilares de negocio y exposición de marca de mayor importancia en cualquier evento deportivo, circuito o competición. Pese al auge de las redes sociales y de las plataformas digitales, las empresas siguen apostando por la presencia física en los eventos, por las acciones ‘in situ’ y por la publicidad física para posicionarse en un mercado de consumidores y dirigirse a su público objetivo.
Las marcas saben que los deportes atraen personas afines a su producto y que pueden llegar a ellas de una manera más directa y mostrando de una manera más fresca los valores que quieren transmitir. En este sentido, las previsiones son que en 2019 el dinero invertido a nivel global en patrocinios deportivos ascenderá a unos 40.830 millones de euros, lo que supone un crecimiento del 4% durante este año, según un estudio realizado por la compañía británica Two Circles.
Este estudio apunta además que la inversión en patrocinios deportivos aumentará en un 6% entre 2020 y 2024 para llegar hasta los 48.000 millones de euros. Lo importante en este caso no es fijarse en lo que tradicionalmente invierten las marcas en el marketing deportivo, sino en un nuevo mercado y tendencia creciente que apunta a asentarse en los próximos años: el patrocinio en los eventos deportivos femeninos.
En este sentido, muchas marcas están apostando por esta línea como es el caso de Iberdrola en España. Por mencionar algún ejemplo internacional, Budweiser llegó en 2018 a su primer acuerdo para patrocinar fútbol femenino, Mars renovó su contrato con la Federación Inglesa de Fútbol, Boots tiene pensado patrocinar a todos los equipos nacionales en Reino Unido e Irlanda y el banco Barclay’s firmó un contrato multimillonario de tres años para patrocinar la liga femenina inglesa
Esto da a entender que hay que explorar nuevos mercados y apostar por los emergentes. Las marcas deben saber dónde están las oportunidades y dónde deben posicionarse para llegar a su público objetivo de la mejor manera posible.
El deporte femenino aúna muchos de los valores que también tiene el masculino, como el esfuerzo, la superación y la competitividad, entre otros. Pero sobre todo proyecta un valor y una imagen que es la igualdad y la fuerza de unos deportes con una proyección de crecimiento mucho más rápida de la que algunos piensan. Así, si una marca decide patrocinar un deporte femenino se estará alineando con una competición sin complejos, le da naturalidad a esponsorizar a un deporte igual que el masculino y consigue dirigir sus acciones hacia un público cada vez más creciente.
En España los partidos de la liga femenina de fútbol se emiten por televisión con naturalidad cuando hace años parecía imposible que sucediera. Los equipos juegan en los estadios masculinos de Primera División y no solo eso, sino que consiguen llenar feudos como San Mamés o el Estadio Metropolitano, que ostenta el récord de asistencia mundial de un partido de clubes femeninos con 60.739 espectadores. La final de la Copa de la Reina se jugó en una sede neutral como la Copa del Rey, concretamente en Granada, entre el Atlético de Madrid y la Real Sociedad y las aficiones viajaron a la ciudad andaluza y llenaron las gradas el Estadio de Los Cármenes, viviendo el partido con la misma pasión que si se tratara de uno masculino.
Por ello, el crecimiento en la inversión global en el marketing deportivo es una buena noticia, aunque las marcas deben ver la oportunidad que se les presenta en un campo con muchas oportunidades aún por explotar y por alcanzar. Iberdrola es el mejor ejemplo de una compañía que asocia sus valores al deporte femenino y contribuye con su apoyo a su desarrollo. Su estrategia representa el camino a seguir por otras muchas multinacionales que no pierden detalle de la sobresaliente evolución que vive el deporte femenino en España.