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¡Quiero saber lo que como!

¡Quiero saber lo que como!

El título que da nombre al post de hoy es una petición que, cada vez con más fuerza, demandamos los consumidores. La industria alimentaria es conocedora al dedillo de la legislación vigente y juega con ella incorporando etiquetas con nombres de ingredientes indescifrables, que son un auténtico jeroglífico para la mayor parte de los humanos que habitamos este planeta.

La tendencia actual de consumo en nuestro país apunta hacia una alimentación sana y saludable. Eso es lo que demanda el mercado y eso es lo que las empresas se afanan en conseguir o en “disfrazar” para que sus productos parezcan lo más saludables posible. Pero, ¿tenemos la certeza de lo que comemos? ¿Sabemos por ejemplo, diferenciar entre un alimento ‘bajo en azúcares’ y otro ‘sin azúcares añadidos’ u otro ‘sin azúcares’ ¿por cuál de ellos debemos decantarnos? Si no tienen azúcar, ¿cómo es que saben dulce? ¿qué tipo de edulcorante utilizan?, ¿es más o menos sano que el azúcar? Necesitamos dar respuesta a estas preguntas.

Lo cierto es que el contenido de las etiquetas es similar al de los medicamentos. No entendemos mucho. ¿Cómo una carne envasada puede tener un 70% de carne? ¿Y entonces qué es el otro 30%? Vivimos totalmente sugestionados por el marketing de la industria y compramos (en la mayoría de los casos) lo que nos venden los anuncios y los grandes eslóganes de las marcas. Pero, ¿por qué no se utiliza la publicidad para contarnos lo que realmente es bueno para nosotros y lo que no lo es tanto? Muy sencillo, porque no interesa. ¿A cuántos de nosotros nos gustaría que, siguiendo los pasos de los certificados de eficiencia energética, los alimentos tuviesen una barrita que les clasificase en función de su saludabilidad? Quizás sea una medida que puedan ver nuestros ojos en el largo plazo pero a priori, no se espera.

En 2019 estamos viendo una evolución clara en los hábitos de salud de los consumidores. Para muchos, las dietas tradicionales y las modas de culto al cuerpo y ejercicio puntuales son ya un recurso del pasado. El mercado demanda formar estilos de vida saludables más sostenibles en el tiempo. No quiere más etiquetas de ‘bajo en calorías’ o ‘sin grasas saturadas’ en la comida. Pide ingredientes frescos y sin tratar para su dieta. Y demanda conocer en todo momento lo que come. Si es verdad que eso del jamón york no existe, que no nos vendan lo contrario ‘engalanado’ en la etiqueta de un producto. Buscamos transparencia y etiquetas 100% nutricionales.

La industria alimentaria, consciente de esta demanda, prepara su artillería para adaptarse a este entorno. El sector del vending, por ejemplo, está trabajando de la mano con la industria para que adapte los formatos y características de alimentos y bebidas más saludables con el propósito de que puedan ser comercializados a través de este canal.

La alimentación del futuro pasa por botellas 100% recicladas, sustitución de plásticos por envases biodegradables, sistemas de monitorización de manantiales, trazabilidad total, aceites vegetales para la industria, centros de experimentación con los productos o legumbres ecológicas envasadas al vacío preparadas sin conservantes ni sal y listas para comer, son algunas de las innovaciones que ya están pisando fuerte. Una alimentación ética, sostenible y saludable. ¿Estás preparado?

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